Ya no importa la vulgaridad
Ni los nervios rotos, o el digestivo descompuesto
Que repaso en una interminable letanía de autocompasión.
Autocomplacencia.
En esta vacía madrugada ya sólo busco el sueño
Es como un suicidio de prêt a porter.
Es como esperar la calma,
La pedante ataraxia,
Esa amante de billetes a escondidas
Desconocida aunque vislumbrada
Que al fin crees vas a conocer
Y nunca llega el día.
Es una vaporosa visión blanca.
Inalcanzable.
Desesperante.
Es, en suma, una situación ridícula
Un dramón de vinos, soledad, humo
Y madrugada.