Una infancia entre penurias
Hambre, escasez, guerra y tristeza
Y se crece con una obsesiva fijación
Por el ahorro
Recoger cajas de fruta
Maderas abandonadas
Salir al campo y llenar un bolso
Con ramas secas
Todo acababa
En la lumbre
De la cocina económica
Que daba calor en el crudo invierno
Y guisaba los alimentos
Los domingos por la tarde
En la radio de válvulas
Carrusell Deportivo
Cuando la Sociedad Española de Radiodifusión
No era un albañal socialista
Jugar con tu hermano
Con figuritas de plástico
De indios y vaqueros
Jugar a la baraja, al ajedrez
A lo que se terciara
Jugar en la calle
En aquellas infinitas
Tardes de verano
El olor de la soldadura
Del hierro fundido
En el taller del señor Errazu
Era un buen hombre
El almacén de herboristería
Al lado
Manzanilla, anís, té, hierbabuena...
Mil aromas se mezclaban
Y detenían el tiempo
La perfumería
Fragancia y frescura
Mari Paz
Dieciocho años
Guapa, curvilínea
Simpática, alegre
Buena persona
Hablaba mucho con Asun
Dependienta de la cercana tienda de animales
Vendían sobre todo
Peces de colores
Su hermano era el dueño
Un imbécil insolente
Un día le picó un pez león
(Se pinchó con una aleta al meter la mano en el acuario)
Es lo que tiene ser tonto
Asún era guapísima
Y también simpática y alegre
Lucía unas minifaldas de infarto
Lo más excitante
De las tardes de verano
Era jugar al fútbol en la calle
O a "ministros contra ladrones"
Ministros de la ley
Ministros de la Santa Hermandad
Los "Mangas Verdes" contra el Imperio del Mal
"Undostrescuatroycincovivacarlosquinto...
Ladrón y ministro"
No podíamos salir del barrio
Todos queríamos ser ladrones
Escaparnos, dar esquinazo a los agentes del orden
Pisándonos los talones
El morboso placer de ser delincuentes
Nos escondíamos en las casas
Todas antiguas, enormes, ocuras
Laberínticas
Con las puertas de par en par
Olían a baldosa fresca
A húmeda arcilla
A comida, a raspas de pescado
A orines de gato
A desagüe