miércoles, 5 de septiembre de 2018

LA MUERTE DE DON ZANA



    Cesó por fin el cierzo y sonó la hora. Don Zana comenzó a buscar a las máscaras. Subía a las casas y escogía al más triste, para que se pusiera una careta y bajara a la calle, a reír y a cantar. Nadie se oponía. Así iba juntando algunas docenas de máscaras y venía con ellas hacia el centro. Por la otra punta, solo y decidido, avanzaba Alfanhuí. Empezóse a oír desde lejos el tropel de las máscaras, que tocaban, cantaban y danzaban y se detenían de cuando en cuando, para recibir a alguna más. Delante de todos iba don Zana, imponiéndoles la risa a la fuerza, sin dejarles descansar. Algunos traían careta de cerdo o de gorila; otros, de payaso o narizotas. Las voces se deformaban en las caretas de cartón y salían como gruñidos. Algunos lloraban por dentro y los colores de las caretas se corrían y se despintaban. Pero don Zana no les daba reposo. Chocaban a veces contra las paredes o contra los faroles, e iban encorvados, arrastrando los pies y dando tumbos y tropezando en sus largos manteos de colores. El oscuro, confuso tropel, iba a merced de su risa, como desposeído de su voluntad, bajo un inmenso peso. Y cantaba y aullaba y gruñía, como arrastrado en una colectiva epilepsia. La agilidad de don Zana, ligero paladín, contrastaba con aquellos cuerpos grandes, torpes y encorvados, cargados de ropa.

    Al fin, don Zana se detuvo. Toda la comitiva se apelotonó tras él, como un bulto informe que zumbaba y se columpiaba levemente hacia los lados, con un murmurar gangoso y apagado. Don Zana seguía quieto mirando al fondo de la calle. Un rostro blanco y fino se destacaba en la oscuridad; alumbrada media cara por la Luna, la otra media en sombra.

    Alfanhuí y don Zana se miraron un momento. Luego Alfanhuí echó a andar. El tropel de las máscaras se desbandó silenciosamente y cada uno huyó por una calle y desapareció en la noche, dejando máscaras y trapos dispersos por el suelo.

    Alfanhuí y don Zana avanzaba el uno hacia el otro. Ahora don Zana hubiera querido huir, pero la mirada de Alfanhuí lo tenía clavado.

    Junto a lo oscuro de una esquina se juntaron. En los ojos amarillos de Alfanhuí había ira. Agarró a don Zana por los pies, lo levantó en el aire y comenzó a sacudirlo contra la esquina de piedra. Se soltó la redonda cabezota, y la risa pintada de don Zana fue a estrellarse rodando contra los adoquines. Sonaba y botaba como la madera. Alfanhuí golpeaba con furia y don Zana se destrozaba en astillas. Al fin quedaron en las manos de Alfanhuí tan sólo los zapatos color corinto. Los tiró al montón de astillas y respiró hondo, apoyándose a la pared. Un sereno venía corriendo y gritó:
    - ¡Eh! ¿qué jaleo es ése?
    Alfanhuí dijo apenas:
    - Nada, yo...
    El sereno vio los restos de don Zana, esparcidos por el suelo.
    - ¿Qué es eso?
    - Ya lo ve. Astillas y trapos.
    Dijo Alfanhuí, mientras los empujaba, como distraído, hacia la boca de la alcantarilla.

    Con un picorcillo acre y doloroso, abrió Alfanhuí los ojos a la ceguera. Fue en un principio roja, roja de pimentón o de corinto, como los zapatos de don Zana.
    "No creía que don Zana tuviera sangre."

(Rafael Sánchez Ferlosio: "Alfanhuí")

domingo, 2 de septiembre de 2018

jueves, 23 de agosto de 2018

miércoles, 22 de agosto de 2018

CITTÂ VUOTA (I)



Le strade piene, la folla intorno a me
Mi parla e ride e nulla sa di te
Io vedo intorno a me chi passa e va
Ma so che la città
Vuota mi sembrerà se non torni tu




C'è chi ogni sera mi vuole accanto a sé
Ma non m'importa se I suoi baci mi darà
Io penso sempre a te, soltanto a te
E so che la città vuota mi sembrerà se non torni tu,
Come puoi tu vivere ancor solo senza me
Non senti tu che non finì il nostro amor.

Le strade vuote, deserte sempre più
Leggo il tuo nome ovunque intorno a me
Torna da me amor e non sarà più vuota la città

Ed io vivrò con te tutti I miei giorni
Tutti I miei giorni, tutti I miei giorni


lunes, 20 de agosto de 2018

LA VIE EN ROSE



Quand il me prend dans ses bras
Il me parle tout bas
Je vois la vie en rose
Il me dit des mots d'amour
Des mots de tous les jours
Et ça me fait quelque chose



Il est entré dans mon cœur
Une part de bonheur
Dont je connais la cause

C'est lui pour moi, moi pour lui dans la vie
Il me l'a dit, l'a juré pour la vie

Et dès que je l'aperçois
Alors je sens en moi
Mon cœur qui bat

Des nuits d'amour à plus finir
Un grand bonheur qui prend sa place
Des ennuis, des chagrins s'effacent
Heureux, heureux à en mourir

domingo, 19 de agosto de 2018

sábado, 18 de agosto de 2018

viernes, 17 de agosto de 2018

jueves, 16 de agosto de 2018

miércoles, 15 de agosto de 2018

martes, 14 de agosto de 2018

MALASAÑA



Les Armes ont tu leurs ordres en attendant
De vibrer à nouveau dans des mains admirables
Ou scélérates, et, tristes, le bras pendant,
Nous allons, mal rêveurs, dans le vague des Fables.

Les Armes ont tu leurs ordres qu’on attendait
Même chez les rêveurs mensongers que nous sommes,
Honteux de notre bras qui pendait et tardait,
Et nous allons, désappointés, parmi les hommes.

Armes, vibrez ! mains admirables, prenez-les,
Mains scélérates à défaut des admirables !
Prenez-les donc et faites signe aux En-allés
Dans les fables plus incertaines que les sables.

Tirez du rêve notre exode, voulez-vous ?
Nous mourons d’être ainsi languides, presque infâmes !
Armes, parlez ! Vos ordres vont être pour nous
La vie enfin fleurie au bout, s’il faut, des lames.

La mort que nous aimons, que nous eûmes toujours
Pour but de ce chemin où prospèrent la ronce
Et l’ortie, ô la mort sans plus ces émois lourds,
Délicieuse et dont la victoire est l’annonce !

(Paul Verlaine)

SOL