domingo, 27 de enero de 1985

RAYUELA

RAYUELA

Julio Cortázar



PRIMERA PARTE: "DEL LADO DE ALLÁ"

1.- (caps. 1-8) Romántica descripción del ir y venir de Horacio y la Maga por París, su extraño amor, su silenciosa relación.

"¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua."

2.- (caps. 9-18) Audición nocturna de Jazz en casa de Ronald. El Club de la Serpiente al completo:

-RONALD (y Babs)
-BABS (y Ronald)
-PERICO ROMERO (cutre y fallido estereotipo del español, del "gallego" de chiste argentino).
-ETIENNE (pintor y amigo de Horacio)
-OSSIP GREGOROVIUS
-WANG (chino psicópata)
-HORACIO OLIVEIRA (cuarenta y cinco años)
-LUCÍA "La Maga" (y su hijito, Rocamadour, que en realidad se llama Carlos Francisco)
-GUY MONOD

Todos están borrachos, y la Maga se enrolla con Gregorovius. Ella les cuenta cómo a los trece años fue violada por el negro Ireneo.
Horacio tiene un ataque de celos, mal disimulado en un larguísimo y absurdo monólogo interior preñado de memeces. Es que el chico es un progre del carajo, y claro, lo de los celos es un resabio pequeño-burgués.

3.- (caps. 19-21) Oliveira se replantea seguir viviendo con la Maga.

"-Siempre me sospeché que acabarías acostándote con Ossip -dijo Oliveira.
-Rocamadour tiene fiebre -dijo la Maga.
Oliveira cebó otro mate"

Ella niega la acusación, cuando debería no darle explicaciones y mandarlo a tomar polsaco. Oliveira le dice que se va. En realidad él ya no la soporta, ni a ella ni al pequeño, siempre enfermo, siempre llorando, siempre oliendo a pis. Lo de Gregorovius es la coartada perfecta para su hipócrita conciencia, porque él sí puede tener dos amantes, como luego se verá.
Y como Oliveira en el fondo es un cobarde, decide quedarse (afuera llueve, hace frío, no tiene a donde ir...), eso sí, tras haberle montado la escena a la infeliz Lucía.
Por último, sale a dar una vuelta, quiere alejarse de la Maga por unas horas.
En el cáp. 21 cita a un tal Guy Trébert.


Fue este Trébert un psicópata que asesinó y descuartizó a una mujer y al que se logró detener gracias al retrato robot que publicó la revista sensacionalista "détective". La misma revista sacó en primera plana la resolución del caso el 29 de Mayo de 1959 (el canalla había sido arrestado nueve días antes). Fue un caso muy sonado en su día.

Horacio prosigue su huida. Errabundo, da vueltas en la madrugada Parisina.

4.- MORELLI y BERTHE TRÉPAT.
Horacio asiste al atropello de un anciano. Ve cómo se lo llevan al hospital. Medita sobre la soledad. Este hombre es el famoso novelista Morelli, personaje de ficción, alter ego de Cortázar (bueno todos los personajes -masculinos, of course- de esta novela son el alter ego de Cortázar, y todos son pocos para semejante ego). Morelli aparece, sobre todo, en la tercera parte ("DE OTROS LADOS (capítulos prescindibles)"), con capítulos repletos de citas, pensamientos y escritos de este genio al que admira todo el Club de la Serpiente. Y es que Oliveira queda con Etienne para ir a ver al viejecillo que han atropellado, y cuando descubran que es Morelli no cesarán de visitarlo. El anciano, les confía la llave de su casa, lo que sirve de excusa para que Oliveira y Etienne husmeen en sus escritos.
Pero volvamos al momento en que la ambulancia parte rumbo al hospital, y Horacio todavía no sabe nada del ilustre paciente. Llueve y hace frío.

"Che, pero me voy a empapar, hay que meterse en alguna parte"

En la Salle de Géographie se ofrecen varios eventos, Oliveira se decide por el concierto de piano de una tal Berthe Trépat, uno de los episodios más logrados de la novela.

"Naturalmente me tenía que tocar a mí meterme en este abanico apolillado", rabió Oliveira. "Un viejo debajo de un auto, y ahora Trépat. Y no hablemos del tiempo de ratas que hace afuera, y de mí mismo. Sobre todo no hablemos de mí mismo". Genial.

Y con una soberana hostia propinada por doña Berta al gilipollas de Horacio termina el capítulo 23.

5.- LA MUERTE DE ROCAMADOUR (caps. 24-28)
Gregorovius está en el apartamento de la Maga, "monologando" con ella.

"La Maga lo miró asombrada. Verdaderamente Gregorovius era un estúpido. Salvo Horacio (y a veces...) todos los que la habían deseado se portaban siempre como unos cretinos" [...] "-En el fondo -dijo Gregorovius-, París es una enorme metáfora"

Comienzan a hablar de Pola, la "otra", de quien realmente está enamorado Oliveira (en realidad Oliveira no quiere ni a su puta madre, tan sólo a sí mismo y a su polla, por este orden). La Maga hizo vudú contra Pola clavando en el pecho de un muñequito de cera verde un alfiler. Pola agoniza por un cáncer de mama.
Llega Oliveira. En realidad lleva un buen rato sentado en el rellano, discute con un viejo chiflado que vive arriba y que ha bajado porque insiste en que la Maga tiene muy alto el tocadiscos. Manda a hacer puñetas al viejo y entra al apartamento. Se da cuenta de que el bebé está muerto, pero no dice nada. Le pide a la Maga que suba a calmar al viejito chiflado, que sigue pateando allá arriba.
En esa breve ausencia le comunica a Gregorovius el terrible descubrimiento. En estas que llegan Ronald (y Babs), porque Guy Monod ha intentado suicidarse tomando Gardenal (un barbitúrico); al poco aparece Etienne, explicando que Guy está fuera de peligro.
La Maga prepara café. Todos, menos la Maga, lo saben ya. Y yo creo que también la Maga.
Se lían a hablar de metafísica y otras necedades por el estilo, hasta que la Maga va a darle la medicina al bebé y de sopetón descubre la trágica realidad.

6.- (caps. 29-31) Ha transcurrido una semana desde la muerte de Rocamadour, La Maga se ha ido, y Gregorovius se apalanca el apartamento, que era barato y céntrico. Oliveira pasa a recoger sus cosas y habla con Gregorovius. Hablan de la Maga, obviamente. Nadie conoce su paradero. Quizá se arrojó al Sena.

7.- (caps. 32-34) Horacio lee una carta escrita por la Maga a Rocamadour. Una carta que encoge el corazón. En el fondo intenta justificar que lo deje tanto tiempo solo o en manos de una niñera, porque ella quiere vivir su vida. Y te das cuenta que la Maga, en realidad, deseaba su muerte, en realidad lo mató, porque desoyó todos los consejos para que llevase al niño al hospital.
"¿Por qué le voy a tener lástima? ¿Porque encuentro una carta a su hijo que en realidad es una carta para mí?", dice Horacio.

8.- (cap. 35) Babs, borracha, acusa a Horacio de "inquisidor", y lo pone a parir. Juicio sumarísimo del Club de la Serpiente.

"Entonces Oliveira había dejado de reírse, y como si bruscamente aceptara el juicio (aunque nadie lo estaba juzgando, porque el club no estaba para eso) había tirado el cigarrillo al suelo, aplastándolo con el zapato, y después de un momento, apartando apenas un hombro para evitar la mano de Etienne que se adelantaba indecisa, había hablado en voz muy baja, anunciando irrevocablemente que se borraba del Club, y que el Club, empezando por él y siguiendo con todos los demás, podría irse a la puta que lo parió.
Dont acte."

(cap. 36) Como quiera que Gregorovius le había dicho que tal vez la Maga estaba en la rue Dauphine, tal vez con Pola, hacia allí encamina sus pasos. Entre tanto se para a fumar y a charlar con Emmanuelle, una clocharde de los puentes del Sena, a la que conocían de vista Horacio y la Maga.
Emmanuelle lo convence para que compre un par de litros de vino y se los churren en el fondo de un sucio callejón. Cuando ya se han metido entre pecho y espalda el azumbre de moyate, la clocharde desabrocha la bragueta del pantalón de Oliveira y le comienza a hacer una torpe fellatio. Son pillados in fraganti por un gendarme, y a hostias los suben al furgón policial.

Y aquí termina la primera parte.

****

SEGUNDA PARTE: "DEL LADO DE ACÁ"

9.- (caps. 37-40) Manuel Traveler, y su esposa Talita, son como un alter ego de Oliveira y la Maga (esto anda lleno de alters-egos ¡Oh!). Ellos viven en Buenos Aires.
Por ese bizarro asunto de la mamada, Oliveira es deportado a l'Argentine. Y, no sabemos muy bien por qué, Traveler acude al puerto a esperar la llegada de su antiguo amigo de juventud, máxime cuando a Traveler no le hace la menor gracia que vuelva su amigo, porque sabe lo que va a pasar.

"Oliveira salió del galpón de la aduana llevando una sola y liviana valija, y al reconocer a Traveler, levantó las cejas con aire entre sorprendido y fastidiado"

Luego se van a comer chorizos al puerto.

Han pasado las semanas. Oliveira vive con su antigua novia de juventud, Gekrepten, la eterna Penélope. Paciente y devota lo ha esperado, sin reprocharle nada lo ha acogido al regreso de su odisea, sabiendo que no la ama, sabiendo que le será infiel, sabiendo que está con ella por lástima y por necesidad material (la fragilidad humana, que decía Tomás Crespo en "La Regenta"). Ella trabaja en una tienda de ropa y lo mantiene.
Poco a poco, o quizá desde el primer día, se establece un peligroso triángulo entra Oliveira, Talita y Traveler. Gekrepten lo sabe pero quiere seguir viviendo en su mundo fantasioso, mirando siempre para otro lado.
Viven frente por frente con los Traveler, separados por un estrecho callejón.

"Talita acabó por entender que a Oliveira le daba exactamente lo mismo estar en Buenos Aires que en Bucarest y que en realidad no había vuelto, sino que lo habían traído"

10.- ESCENA DEL TABLÓN (cap. 41)
Oliveira está enderezando clavos doblados que halló en un bote, hace un calor de mil demonios, y Oliveira quiere tomarse un mate, se lo pide a Traveler. Como las ventanas están a la misma altura, éste comenta de lanzarle el paquete de yerba para que lo recoja, pero Oliveira desecha la idea y propone otra mejor: cada uno sacará un tablón por la ventana, y los juntarán para construir un puente, Talita subirá a horcajadas y poco a poco se irá acercando a la ventana de Horacio y le dará el paquete, luego, reculando, volverá con Traveler. Talita accede de mala gana, acaba de salir de la ducha y sólo lleva puesta una bata de baño, así que va arrastrando su coño peludo por el primer tablón, para mayor regocijo de los muchachos que desde el callejón están viendo todo el show, y por supuesto el magnífico mogollón de Talita (más adelante dirá una vecina chismosa:
"con las piernas al aire en ese tablón, mire qué ejemplo para las criaturas, Usted no se habrá dado cuenta, pero desde aquí se le veía propiamente todo, le juro.
-Tenía muchísimos pelos -dijo el más chiquito
")
Es una larguísima escena, repleta de erotismo -evidente símil entre los respectivos tablones de los dos hombres como trasunto de sus falos, y una Talita que cabalga desnuda sobre ellos-, y de frases con dobles sentidos, es una lucha entre machos por el amor de la dama. Al final gana Traveler, pues ella no se atreve a cruzar al madero de Oliveira. Entre tanto ha subido Gekrepten y finge que todo es un juego sin importancia.

11.- (caps. 42-47) Traveler convence al director del circo donde trabajan él y Talita para que contrate a Horacio, será una especie de chico para todo. Ahora están ya los tres juntos a todas horas. Están jugando con fuego. Talita se lo dice a Horacio.

"-[...] Lo sé, o mejor lo supe cuando estaba a caballo en el tablón. Ustedes sí lo saben de sobra, yo estoy en el medio como esa parte de la balanza que nunca sé cómo se llama.
-Sos nuestra ninfa Egeria, nuestro puente mediúmnico. Ahora que lo pienso, cuando vos estás presente Manú y yo caemos en una especie de trance. Hasta Gekrepten se percata, y me lo ha dicho empleando precisamente ese vistoso verbo
"

(cap. 44) "-Los problemas -dijo Traveler- son como los calentadores Primus, todo está bien hasta que revientan. Yo te diría que en este mundo hay problemas teleológicos. Parece que no existen, como en este momento y lo que ocurre es que el reloj de la bomba marca las doce del día de mañana [...]
-Lo malo -dijo Talita- es que el encargado de darle cuerda al reloj sos vos mismo"

Y más adelante añade Talita:

-¿Pero es que vos creés realmente que él me busca, y que yo...?
-Él no te busca en absoluto -dijo Traveler soltándola-. A Horacio vos le importás un pito. No te ofendas, sé muy bien lo que valés y siempre estaré celoso de todo el mundo cuando te miran o te hablan. Pero aunque Horacio se tirara un lance con vos, incluso en ese caso, aunque me creas loco yo te repetiría que no le importás, y por tanto no tengo que preocuparme. Es otra cosas -dijo Traveler, subiendo la voz-. ¡Es malditamente otra cosa, carajo
!

En casa de Traveler juegan a la escoba la Sra. de Gutusso (la vecina chismosa de la escena del tablón), Talita y Gekrepten; D. Crespo Gutusso lee "Marco Antonio y Cleopatra", no cesa de comentar boludeces sobre la obra. Horacio y Traveler se hacen mutuas confidencias. Obviamente terminan hablando de Talita.

(cap. 47) Traveler ha comprado un magnetófono. Talita está sola y va grabando un largo soliloquio.


12.- EL MANICOMIO (caps. 48- ) En el muelle, Horacio cree ver a la Maga, y piensa lo mucho que le recuerda Talita a la Maga, hasta el punto de que está empezando a confundirlas.
Talita (¿o sea la Maga?) se parece a Alida Valli, lo que no está nada mal.

El señor Ferraguto, el dueño del circo, ha vendido su negocio para comprar un manicomio. Oliveira, Talita y Traveler trabajarán en el cotolengo.

(cap. 50) Traspaso ante notario en el propio frenopático. Oliveira se escaquea y se hace amigo de Remorino, un celador. Todos están pendientes del transistor, atentos al golpe de Estado que el coronel Flappa (personaje de ficción) está tramando en Campo de Mayo. Este episodio es trasunto del golpe de Estado real del 29 marzo de 1962, gestado en el acuartelamiento de Campo de Mayo, a las afueras de Buenos Aires, y que acabó con el derrocamiento del presidente Arturo Frondizi y con un baño de sangre.

(cap. 54) El loco nº 8 jugaba constantemente a la rayuela. Es de noche, Talita, que es diplomada en farmacia, se ocupa de la botica del manicomio. Acaba su turno, ve el dibujo de tiza en el suelo y se pone a jugar a la rayuela. Oliveira la mira desde un balcón, y está viendo a la Maga...
La llama, la lleva al tanatorio, donde se guardan las cervezas fresquitas, entonces la besa...

(cap. 55) Talita se lo cuenta a Traveler. Pero no es ninguna sorpresa para él.

"-Yo creo que ocurrió el mismo día que lo fuimos a buscar al puerto -dijo Talita-. No se puede explicar, porque ni siquiera me miró, y entre los dos me echaron como a un perro, con el gato abajo del brazo" (se refiere al famoso "gato calculista", figura principal del circo).

Aunque sólo ha sido un beso, es como si se la hubiera follado. Oliveira hace en su cuarto un parapeto con pinzas de ropa, hilos y palanganas llenas de agua. Sabe que Traveler irá a buscarlo, quiere creer que viene a matarlo, pero la realidad es que le quiere decir que lo quiere como a un hermano enfermo. Y Oliveira, que también los quiere a ambos, no sabe lo que quiere.

Al final Traveler habla con él. Y lo deja solo en su cuarto, diciéndole que lo perdona, que siga con ellos. Traveler baja al patio con Talita. Oliveira los ve desde el balcón.

"Era así, la armonía duraba increíblemente, no había palabras para contestar a la bondad de esos dos ahí abajo, mirándolo y hablándole desde la rayuela, porque Talita estaba parada sin darse cuenta en la casilla tres, y Traveler tenía un pie metido en la seis, de manera que lo único que él podía hacer era mover un poco la mano derecha en un saludo tímido y quedarse mirando a la Maga, a Manú, diciéndose que al fin y al cabo algún encuentro había, aunque no pudiera durar más que ese instante terriblemente dulce en el que lo mejor sin lugar a dudas hubiera sido inclinarse apenas hacia afuera y dejarse ir, paf se acabó."
(final de capítulo 56)

****

TERCERA PARTE: "DE OTROS LADOS (capítulos prescindibles)"

Pues eso, capítulos prescindibles...

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