Todo laberinto ha de tener
Una entrada y una salida
Usando la regla de la mano derecha
Es imposible perderse
O bien hallamos la libertad
O regresamos al punto de partida
Pero la muerte
Juega sucio
Ariadna ideó un ardid
Le dio a Teseo
La madeja salvadora
El apuesto príncipe
Fue desenrollando su hilo
De blanca lana
Y tras matar al MInotauro
Con la broncínea maza
Arrebatada a Perifetes
Logró salir a la luz del Sol
Mas fue un ingrato
Abandonó a la noble Ariadna
Y se amancebó con
Andróginas amazonas
Y después con Fedra
Hermana de Ariadna
Y es que los hombres
Son repulsivos
Ya lo decía mi tía María
Sabia maestra Zen del Jalón
No fui a su funeral
Pero pensé
Que no debía estar allí
Que todo aquel mundo
Onírico y despiadado
Sólo podía ser comprendido
Por Mycroft
Y por mi alma atormentada
Y no encuentro la salida
Cegada
Por la cruel
Parca
Cuyos hilos
Al contrario que los de Ariadna
Son pegajosos y letales
Como los de Aracné
Pero ella siempre está a nuestro lado
Di que el cielo tiene granos
y que afuera hace mal día,
cuéntame el chiste del gato,
dame aquella medicina.
Cuéntame una tontería,
cuando llegue la agonía.
Que no me pongan coronas,
porque me da mucha risa,
me ha subido algo la fiebre,
quiero un vaso de agua fría.
Cuéntame una tontería,
cuando llegue la agonía.
Háblame de cocodrilos,
de profetas y de orgías,
abre entera la ventana,
que me quema la saliva.
Cuéntame una tontería,
cuando llegue la agonía.
No te calles, te suplico,
que esta muerte tiene prisa,
di que todos están locos,
ya me está haciendo cosquillas.
Cuéntame una tontería,
cuando llegue la agonía.